--Me da culpa
salir y dejarte aquí solo en tu primera noche.
--No te
preocupes. Voy a estar bien, de verdad.
Tú, sal a bailar que te hace falta. Mira que yo de fiestas estoy harto!!! Unos
amigos me visitaron en casa, y los últimos se fueron a las 5 de la mañana. Los
tuve casi que correr porque mi autobús salía a las 6:30 y no había hecho la
maleta.
María me recibió
en el campamento cerca de las 9 de la mañana del 31 de diciembre tras más de 24
horas de haber salido de mi casa. Aunque a ella le habría tomado un poco más de
tiempo llegar porque venía de la Riviera Maya; y antes había estado en Belice;
y antes en Colombia, y Chile…Hacía dos años que María había salido de su natal
Argentina, y no había vuelto.
Llegó en
noviembre al campamento para quedarse solamente quince días pero se enamoró de
las tortugas, y llevaba ya dos meses recibiendo a todos los voluntarios, y
explicándoles los procedimientos en la recuperación, creación, y exhumación de
nidos…Y por supuesto de la liberación de tortugas.
Después de que me
explicó todo al respecto, no dudé en desearle que se divirtiera esa noche en
Zihuatanejo.
--Bueno, pues
entonces feliz año, Alberto.
--Feliz año,
María.
Cuando llegué a
Zihuatanejo, tuve que tomar una ruta que viajaba entre cerros guerrerenses
durante 25 minutos, y pedir la parada en un poblado que tiene por nombre Buena
Vista; es una comunidad pequeña que se dedica al campo y la pesca; y de allí
caminar durante 4 kilómetros por una vereda zigzagueante enmarcada por
diferentes tipos de árboles que crean túneles otoñales en esta época del año…Cuando
me topé con un hermoso y enorme nacaxtle, me abracé a él recordando al nacaxtle
que está en mi rancho “Puerta de Luz”…Lo tomé como una señal de bienvenida.
El campamento es
un terreno rectangular aproximado a las 2 hectáreas…mmmhhh, tal vez más, no lo
se exactamente…En la parte más cercana al mar, en su lado derecho, se ubica el
corral de los nidos. Los huevos se tienen que sembrar allí para poderlos
vigilar, porque si se les deja donde desovan las tortugas corren el riesgo de
ser descubiertos por los perros…Jamás me hubiera imaginado que los perros
fueran depredadores de tortugas marinas.
El corral también
tiene forma rectangular; una medida de 7 metros de ancho por 10 de largo; y
está delimitado con malla de alambre, y con un techo de malla negra que lo
cubre casi en su totalidad para proteger a las tortugas de los rayos del sol, y
también para absorber humedad nocturna que durante los días mantiene fresco los
nidos. Tiene una altura de 1.60 metros, así que para entrar me tengo que
encorvar, y cuidarme de no tropezar con las cuerdas que se colocan a ras de la
arena para delimitar cada nido.
Al lado izquierdo
del corral, frente a su entrada, se halla la zona para acampar; que es
prácticamente un espacio grande de arena de playa, libre que cualquier
vegetación, pero rodeado de pasto.
Exactamente
detrás del corral, se levanta una hermosa palapa circular con techo de palma en
forma de embudo invertido; sostenida por seis pilares de madera sobre una base
de concreto que se alza unos 25 centímetros sobre la arena. ..Coloqué mi hamaca
Oaxaqueña entre los dos maderos que me permitían tener una vista del atardecer
si inclinaba mi cabeza sobre mi hombro derecho, y una vista del amanecer si la
inclinada sobre el izquierdo…También sobre ese lado izquierdo se sitúa un
conjunto de palmeras que se extienden hasta los límites del terreno. Y atrasito
de la palapa, comenzando la zona de palmeras, está la pequeña estancia para los
voluntarios, con cocina, un baño completo, y dos literas de madera…Terminé de
acomodar mis pertenencias en una de las literas de abajo, salí a la palapa, y respiré profundo…
---Woooooowwwww!!!...Todo
un campamento de tortugas marinas para mí solo!!!...Beto…Feliz año nuevo!!!
Me metí al mar.
Hacía años no nadaba en el Pacífico. Allí las olas son más grandes, así que me
anduve con cuidado porque a las 5:20 de la tarde no se veía nadie en toda la playa.
Regresé a la
palapa, me sequé con la toalla que había llevado, y me acosté cuan largo en la
hamaca meciéndome suavemente…sintiendo todavía las gotas de mar escurriéndose
por mis cabellos, deslizándose en mis hombros, y humedeciendo mi entrecano
vello pectoral.
El traje de baño
me comenzó a estorbar…me lo quité…y me reacomodé en la hamaca colocando mis
manos sobre mi vientre…Cerré los ojos…y sentí como el cálido sol me comenzaba a
tocar los pies…giré mi cabeza para que me rozara la cara. La cara mirando al
sol…el sol que atardece imponente…y que toca…acaricia…enciende…y se va sin
lastimar…Comencé a sentir un estremecimiento…me empecé a excitar…Alcé mis
brazos lentamente, llevando mis manos hacia mi nuca…estirándome completamente
mientras daba un largo suspiro…Entonces el sol me tocó por completo…y así…dejé
que me hiciera el amor.
…Cuando me sentí
complacido, abrí ojos…y los volví a cerrar…los abrí nuevamente, despacio…y los
volví a cerrar…Y nuevamente los abrí con un largo y apacible levantamiento de
mi pecho. El sol ya no estaba…En su lugar, un horizonte naranja casi
desaparecía detrás de las nubes; y sobre de él, la noche se mostraba violeta…El
mar y la playa, ambas oscuras.
Giré mi cabeza
hacia la noche, y me topé con las estrellas que se asomaban entre las palmeras;
se abrían paso entre las ramas que planeaban con la brisa de las olas…Y más
cerca, me miró la luna…La última luna del año. Estaba bellísima, resplandeciente… Mientras el
mar oscurecía entre violetas, las palmeras amanecían con la luna…Y yo con ella...Eran
las 7 de la noche…
---Es hora de
checar el corral de tortugas…Caray ¡¿Dónde puse el traje de baño?!
Cada dos horas se
inspeccionaba el corral. Por fuera se checaba que no hubiera ningún animal que
pudiera ser un depredador; por ejemplo, algún ave que estuviera pendiente de los nacimientos, y pudiera entrar sin ser
vista…Con la lámpara de mano alumbré a una garza del manglar situado
exactamente detrás del campamento…Apenas sintió la luz de la linterna, emitió
un graznido y se echó a volar, bastante molesta por cierto, porque la alumbré
en todo su vuelo hasta que se perdió de mi vista…Aún cuando la noche estaba
bastante iluminada, usé tanto la lámpara de mano como la linterna de cabeza que
me había comprado ex profeso para esta labor…Dentro del corral, se checa cada
nido que está señalado con un pequeño madero donde se escribe el número que lo
identifica, el tipo de tortuga, la fecha, y las personas que lo sembraron…Todo
estaba en orden, hasta que vi algo irregular en los nidos 371 y 372…
--- Hormigas
rojas!!! De dónde salieron estas hormigas??!! Qué se hace con las hormigas??!!
Caray, por qué no le pregunté a María qué hacer con las hormigas??!!
Comencé a
aplastarlas con mis sandalias, y me di cuenta que era inútil…Las hormigas
estaban esparcidas alrededor de ambos nidos, delimitados por un pequeñito corral
de alambre cada uno, para que al nacer las tortugas no se diseminen por todo el
corral mayor…Salí rápidamente y fui por una cubeta de agua. Regresé y esparcí
el agua sobre las hormigas…Escarbé alrededor de ambos nidos…dentro de los mismo
nidos…buscando más hormigas…y no encontré…Esparcí más agua para prevenir que
pudieran regresar…y sin haber encontrado ningún rastro más de hormigas, me
sentí satisfecho y me dispuse a prepararme de cenar…
---Unos hot cakes
me caerían estupendamente bien!!! Y bossa nova para ambientar.
Me acosté en la
hamaca y me mecí disfrutando de la noche…De vez en vez, desde allí, desde mi
hamaca, alumbraba al corral con la linterna de mano, y entonces la garza
nuevamente graznaba enojada, y emprendía el vuelo de regreso a su casa…
---Esta garza me
debe de odiar, caray…y tanto que me gustan…Pero ni modo garza, no te puedo
dejar que te comas a las tortugas. Ya son las 9…Hora de checar el corral!!!
Me coloqué la
linterna en la cabeza, la encendí, y con la linterna de mano comencé a alumbrar
todo el rededor del corral…Entré, e inmediatamente me dirigí a los nidos 371 y
372…no llegué a ellos…afuera de el nido 373 encontré algo que me horrorizó…Un
cascarón de tortuga abierto, y junto a él, una tortuga golfina recién nacida
yacía boca arriba; y sobre su vientre, un puñado de hormigas rojas devoraban
sus entrañas…
---Quéeee???!!!
Salí corriendo
del corral en busca de agua. Tomé un cubo más grande, regresé, y al entrar
rápidamente al corral no me agaché y mi lámpara de cabeza se enredó en la malla
de techo, entonces tropecé con una de las cuerdas colocadas a ras de arena,
perdí el control de la cubeta, y esta se me estrelló en el tobillo derecho. Caí
sobre mis rodillas…
---Pinches
hormigas de mieeerda!!!
Me levanté; fui al
nido 373; me quedé de pie observando a las hormigas sobre la tortuga…estaba
muerta…Frustrado, por un momento pensé en dejársela para que se la
comieran…pero…
---No!!! Yo vine
a cuidar tortugas!!! No, a alimentar hormigas!!!
Vacié de porrazo
todo el balde de agua. Si las hormigas no murieron ahogadas, seguramente
murieron por el impacto. Tomé con mis manos a la tortuga, y la coloqué en un contenedor
profundo de color azul que se hallaba junto a uno de los pilares de la
palapa…Me quedé mirándole…y en ese momento me di cuenta que no había usado
guantes, como dice el protocolo, para evitar un posible contagio de
salmonela…Es un método de defensa que tienen las tortugas; algunas nacen con
salmonela, así sus depredadores se contagian, y mueren poco tiempo después de que se las comen...Me
lavé las manos con jabón para platos…regresé a la palapa…me acosté en la
hamaca…me acurruqué…sintiéndome completamente mal…entonces sentí que la luna me
tocaba la espalda…volteé hacia ella…y recordé a mis papás…
---¡¿Qué no
habrán hecho para evitar que sus crías fuéramos devorados por las hormigas?!...
Decidí redoblar
la guardia. En lugar de cada dos horas, comencé a checar el corral cada hora;
haciendo más minuciosa la observación tanto por fuera como por dentro. Así
pues, hice revisión a las 10 y a las 11, observando cada espacio; usando ambas
linternas para que nada escapara a mi ojos: y caminando descalzo, sintiendo
entre los dedos de mis pies cada grano de arena que abarcaba el polígono del
corral…Si con mis ojos no veía a las hormigas, con mis pies podría sentir sus
piquetes…En ambas revisiones, no encontré a una sola hormiga…a quien sí
encontré y volví a iluminar hasta que se perdía de mi vista, fue a la garza
parada siempre en el mismo poste lateral izquierdo que graznaba mientras
enojada emprendía el vuelo de vuelta a su manglar.
Faltando 15
minutos para la media noche, encaminé mi paso hacia la playa. Iba a hacer un
patrullaje en dirección norte para checar si había alguna tortuga desovando…Y
también para hacer un poco de tiempo, y que exactamente a las 12 estuviera
entrando al corral de nidos…Quería comenzar allí el año nuevo. De regreso del
patrullaje, donde no hubo novedades, me tope de frente con los fuegos
artificiales que en las playas de Ixtapa ya anunciaban el fin e inicio de
año…Tomé mi cámara y saqué algunas fotos…Sonreí, y volteé al corral…la luna lo
iluminaba por completo. Y allí nuevamente la garza gris postrada en el pilar…
---¡¿Qué tanto
haces allí, garza?!
La iluminé para
que se alejara; caminé hacia el corral, y desde fuera dirigí ambas lámparas
hacia los nidos…En uno de ellos, a lo lejos, vi algo que me pareció anormal…la
arena se veía un poco levantada. Entré al corral y fuí directamente a ese
nido...Lo iluminé…Cuatro tortuguitas asomaban medio cuerpo de la arena…estaban
completamente inmóviles…Me asusté.
---Están muertas…
Tembloroso, moví
la barita de madera que marca la identificación del nido, para tocarlas…Las
cuatro comenzaron a moverse.
---Están vivas!!!
Están vivas!!!
Salí corriendo
del corral. Fui a la estancia del voluntariado para ponerme los guantes de
latex…
---Coño, por qué
todo lo envuelven con plástico,??!!
Tomé el
contenedor transparente que se usa para colocar a las tortugas cuando nacen;
entré nuevamente al corral, me senté frente al nido…Ahora eran siete tortugas
las que intentaban salir de la arena. Aleteaban, y aleteaban abriéndose paso
entre ellas mismas para salir.
---Están naciendo!!!
Están naciendo!!!
Con mucho
cuidado, tomé a una de ellas con mis dedos índice y pulgar de mi mano
izquierda…La sujeté de los bordes de su caparazón…y la levanté a la altura de
mis ojos para poderla mirar…La tortuga aleteaba, y aleteaba…sus cuatro aletas
se movían queriendo avanzar…seguramente al mar que la esperaba…sus ojos negros
impacientes brillaban con la luna…La coloqué en mi palma; cerré el puño
suavemente para sentirla por completo…y entre mis dedos, sus aletas empujaban
con una fuerza feroz que buscaba la salida…Abrí nuevamente mi mano…
---Bienvenida,
hermosa!!!
Coloqué a la
pequeña tortuga en el contenedor; y volteé nuevamente al nido, tomando de una a
una cada tortuga, contándolas mientras las cambiaba de lugar.
---Cinco…seis…siete…
Mientras más
tortugas sacaba del nido, más salían de la arena. De allí, de ese pequeño
espacio de tierra marina…De la misma manera en que el agua emerge brotando de
la piedra, de la tierra brotaban emergiendo las tortugas…
---Es la vida!!!
Es la vida!!!
Y me maravillaba
ver como podían salir de allí…cómo podían respirar estando enterradas, y surgir
y brotar en ramilletes todas juntas.
---Veinticinco…veintiséis…veintisiete…
Desvié la luz de
ambas lámpara para no lastimar sus ojos; y juntando ambas manos tomé un puño de
tortugas…las alcé para que la luna las mirara.
---Ja ja ja!!! Qué felicidad!!!
Las coloqué en el
contenedor, y comencé nuevamente la cuenta…Ahora usando ambas manos sacaba de
una en una a cada tortuga…
---Cuarenta y
cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete…
Cuando terminé de
agruparlas; me quedé observándolas a todas…moviéndose unas sobre otras…Recordé
que había que colocarles arena húmeda en el contenedor, y caminé hacia el
mar. Las tortugas comenzaron a aletear
más rápidamente; era su frenesí que les indicaba la cercanía de su destino…Sentí
un tremendo impulso de liberarlas en ese momento…ellas sabían que el mar las
esperaba…Pero recordé que la instrucción era liberarlas con los primeros rayos
del sol. Y decidí seguir el protocolo.
Regresé al campamento.
Me senté en una de las mesa-bancos que están en la palapa; y colocando a las
tortugas a mi lado, escribí en mi bitácora personal…
---65 tortugas
golfinas del nido 359. Terminé de agruparlas a las 00:30 horas del 1º de enero
de 2018. QUÉ FELICIDAD!!!
Prácticamente esa
noche no dormí. Estuve en vigilia caminando entre el corral de nidos, y la
palapa…Un nido más nació…Y con los primeros rayos del alba caminé llevando
conmigo 115 tortugas que se abrían paso a la vida. Con ambas manos juntas, las liberé a todas…ellas
se movían y se movían en dirección a las olas que las cubrían…las arropaban…las
mecían entre sus sales…y las adentraban en aquello que a partir de ese momento
sería su vida…El mar.
Mientras
contemplaba su partida, giré mi cabeza hacia el norte…la garza gris observaba
desde una distancia prudente…mojaba sus patas en las mismas olas…y su ojo
izquierdo me miraba…
---¡¿Tú sabías
que iban a nacer, verdad?!...Gracias por avisarme…pero no puedo dejar que te
las comas, lo siento…Ya se me ocurrirá qué darte de comer en estos días…Seguramente
las hormigas también lo sabían…pero ellas no me caen bien.
La garza extendió
sus alas, y voló hacia su casa…La tortugas ya no estaban…En su lugar, se veían
las huellas que habían dejado en la arena…Esas huellas, harían que las tortugas
regresaran en 8 años, a esa misma playa. A la playa donde nacieron…Me quité los
guantes, y observé mis manos…En ellas, las tortugas también habían dejado sus
huellas…y entonces me pregunté…
---¿¡Será que las
tortugas se acuerden de mí?!